Podríamos decir que ‘’Rapado’’ (1991) una película del director Martin Rejtman marco el principio de lo que podríamos llamar cine independiente argentino. Cuando hablamos de independiente nos referimos a la forma de producción y la estética de las películas que utilizaron estos realizadores en sus films. La película recién nombrada se basa en varias historias de la vida cotidiana escritas por el propio Rejtman, donde el ‘’no-argumento’’ es clave, igual que se muestra solitaria, hosca, sobria y simple hasta el extremo.
Durante la década del noventa, comienzan a crecer las distintas escuelas de cine en el país. Aumenta el número de alumnos que con el tiempo se convertirían en realizadores de películas totalmente independientes en toda la Argentina. Cada uno de ellos se centra en temas diferentes, pero siguiendo una de las dos corrientes más importantes del momento: el costumbrismo social, realista, en blanco y negro, y un cine más personal, donde la búsqueda de la identidad es el centro. En 1995, los ganadores de un concurso del INCAA (Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales) estrenan sus cortos de forma conjunta con el nombre de Historias breves. Además de una excelente critica, fue enorme el número de espectadores que estos cortos tuvieron. Entre los jóvenes realizadores se encuentran: Adrian Caetano, Bruno Stagnaro, Sandra Gugliotta, Daniel Burman, Lucrecia Martel y Ulises Rosell. En 1997 se estrenan ‘’Pizza, birra, faso’’ (Caetano y Stagnaro) y ‘’Un crisantemo estalla en Cincoesquinas’’ (Burman), dos títulos fundamentales para este nuevo cine.
Pero a su vez existen otros nombres importantes en lo que refiere al cine independiente argentino en los ’90. ‘’Fuego gris’’ (1992) y ‘’Afrodita, el jardín de los perfumes’’ de Pablo César, donde utiliza sugestivas metáforas visuales, y música totalmente original. ‘’1000 boomerangs’’ (1994) de Mariano Galperin a su vez, con un guion original, un puesta en escena totalmente artesanal, etc. en 2001 llega ‘’+bien’’ de Eduardo Capilla, con una narrativa y puesta visual diferente a lo antes visto y música de Gustavo Cerati.
En 1999 se crea el BAFICI, (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente) que comienza a jugar un papel muy importante para los realizadores argentinos, ya que se empieza a darle más importancia a los cortometrajes y documentales que no tenían un espacio en el circuito comercial. Gracias a él, ‘’Pizza, birra, faso’’ fue reconocida tanto en el país como internacionalmente. Otros nombres reconocidos en este festival fueron ‘’Mundo grúa’’ (1999) de Pablo Trapero, ‘’Bonanza’’ (2001) de Ulises Rosell, ‘’Modelo 73’’ (2001) de Rodrigo Moscoso, ‘’La libertad’’ (2001) de Lisandro Alonso, entre muchas otras. En general, las temáticas se basaban en historias costumbristas, amigos, vacaciones de verano, historias que buscaban mostrar las cosas tal cual eran.
En la actualidad, se vuelve cada vez más difícil para los jóvenes realizadores argentinos encontrar apoyo financiero, por lo que buscan producir sus films por cuenta propia, con ayuda de personas particulares o productoras independientes, pero siempre con la visión de poder mostrar sus películas en todo el mundo y que el cine independiente argentino siga difundiéndose, tanto en festivales como a un público masivo.